Saturday, December 6, 2008

EXISTE UNA GUERRA ESPIRITUAL por Barry Bennet


Del otro lado del teléfono, había una mujer que estaba desesperada:

-“¡Por favor, oren por mí! ¡Me diagnosticaron cáncer, mi esposo me dejó y el banco está por hipotecar mi casa! Estoy bajo un ataque espiritual.”

Mientras hablábamos, supe que era una creyente desde hacía ya mucho tiempo. Cuando le hice mas preguntas, me contó que ella sentía un llamado para hacer “guerra espiritual,” para orar por su ciudad en general y por una persona, o un inconverso en particular.

Su vida de oración estaba consagrada para atar y reprender al diablo sobre la gente y sobre regiones. El hecho de que estaba perdiendo todo, sólo hacía que se empeñara más en su tarea.  Esta no era la primera vez que yo escuchaba semejante historia. ¿Por qué una cristiana tan dedicada tenía que sufrir tal pérdida?

El Conflicto

Durante muchos años, tuve una creciente preocupación acerca de la tendencia de grupos cristianos que enfatizan nuestra “guerra” contra el diablo. Como muchos, yo creía que Efesios 6:12 revelaba un conflicto celestial que reclamaba nuestra atención e “intercesión”, si es que la iglesia había de cumplir el llamado a predicar el evangelio hasta los confines de la tierra.

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” Ef. 6:12

Como habitualmente se enseña, esta nueva clase de “intercesión estratégica” era necesaria, para poder liberar regiones y ciudades del control diabólico que ciega los ojos de los hombres ante el mensaje de Jesucristo. Como resultado, un movimiento de intercesores se volvió parte integral de muchas iglesias. Hay muchas conferencias que se dedican a dichas enseñanzas de intercesión, con el propósito de destruir ataduras y abrir áreas a la influencia de La Palabra de Dios.

Este énfasis en la lucha contra las fuerzas diabólicas, se ha filtrado a través de la vida de oración del cristiano en lo individual, quien muchas veces dedica tanto tiempo para atar y reprender al diablo como para entrar en comunión y hablar con el Señor. ¿Es esto oración Bíblica? ¿Es esto verdadera intercesión?

En mis 35 años de vida cristiana y ministerio, he hablado con demasiados creyentes que están experimentando toda tipo de calamidades, enfermedades y pérdidas en sus vidas. En los últimos años y especialmente en los últimos meses, he notado un patrón preocupante en los testimonios de estos cristianos heridos.

En un cada vez mayor número de casos, mientras hablaba con aquellos que conocieron y sirvieron al Señor,  fue mencionado que ellos eran intercesores o habían estado envueltos en guerra espiritual.  Comencé a percibir que tal vez haya una razón por la cual tantos intercesores guerreros estén sufriendo semejantes pérdidas.

Por años he enseñado en contra de la práctica popular de identificar al “hombre fuerte” sobre regiones y en contra de la oración guerrera contra tales espíritus, cosa que yo llamo “vudú cristiano”. Esto último tiene referencias a lo místico, casi aproximaciones supersticiosas que muchos adoptan para liberar su ciudad o región de influencias diabólicas. Habiendo vivido en el extranjero y habiendo aprendido acerca de las prácticas paganas de diferentes grupos que buscan deshacerse de demonios o espíritus, ¡no puedo más que quejarme (no me quejo, me asusto) cuando veo a mis hermanos y hermanas en Cristo practicando ritos similares en iglesias cristianas! Cristianos, en público y en privado, llevan a cabo proclamaciones injuriosas contra el diablo, atando y soltando, reprendiéndolo y echándolo fuera de la zona o incluso de las naciones. ¿Para esto fuimos comisionados y llamados?

Yo creo que ciertos versículos en el Nuevo Testamento fueron malinterpretados y aplicados incorrectamente. Como resultado, creyentes sinceros ingresan a un dominio espiritual que no está dentro de la esfera de su autoridad. Esta ‘intrusión espiritual’ es la que posiblemente esté abriendo puertas, dando la oportunidad a un diablo derrotado y a sus demonios a hacer destrozos, a traer sufrimiento y dolor de corazón a Cristianos bien intencionados.

Muchos intercesores cristianos se les escucha orando por otros, utilizando los siguientes términos, de manera fuerte y continua: “Te ato Satanás, los ato espíritus de esto y espíritus de aquello, los maldigo y los echo fuera, deben irse en el nombre de Jesucristo, los echo al abismo, etc.” Yo mismo fui culpable de oraciones semejantes antes de sentir en mi espíritu una revisión del Señor, permitiéndole revelar las verdades que estoy compartiendo en este artículo. Yo oro para que usted esté abierto a lo que puede ser un nuevo punto de vista, y a considerar cuidadosamente lo que siento como una manera más poderosa y efectiva para ver crecer la iglesia y para que el evangelio alcance las naciones.

¿Dónde está la Guerra?

Como cité anteriormente, existe una lucha en la cual no peleamos contra carne y sangre. Lo que ha confundido a muchos es que el versículo menciona “regiones celestes".  Como resultado, el contexto completo del pasaje ha sido ignorado y el énfasis ha sido puesto en la habitación de los principados y potencias en lugar del sujeto de su ira, que es el creyente.

10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.

11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las acechanzas del diablo,

12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, habiendo acabado todo, estar firmes. (Ef. 6:10-13)

Si nos tomamos el tiempo para considerar el propósito de Pablo en este pasaje, de ninguna manera se puede concluir que esto sea un llamado para la batalla en contra de los principados y potestades en “los lugares celestiales.”  De hecho, lo que Pablo está haciendo, es exhortar a los cristianos para que se “fortalezcan”, para que “estén firmes”, para que “resistan”, y “habiendo acabado todo, estar firmes.” El lenguaje es defensivo, no ofensivo, y está dirigido para exhortar al creyente a fin de que esté preparado para un ataque satánico contra su persona, no contra su ciudad o región.

14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,

15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.

16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.

17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;

18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu…” Ef. 6:14-18

Mientras Pablo continúa con su exhortación, estamos convencidos que su propósito es ver a creyentes individualmente fortalecidos a través de la revelación de La Palabra de Dios, para que así puedan “apagar todos los dardos de fuego del maligno.”  En otras palabras, la revelación de la verdad, la justicia, el evangelio, la fe, la salvación, el Espíritu y toda oración son esenciales en la vida de todo cristiano que quiera continuar en la fe hasta el fin. Los ataques de los principados y potestades están aquí en la tierra durante cada día de nuestras vidas, no en los cielos, porque el creyente está aquí, en la tierra. No hay instrucción para atacar las regiones celestiales de los principados, sino más bien para resistir a sus ataques en nuestra vida terrenal.

¿Hay guerra espiritual? ¡Por supuesto que sí! Sin embargo, hemos puesto la batalla en un plano exterior a nosotros, cuando de hecho se desarrolla dentro y alrededor de nosotros.

18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.

19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.

20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.

21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.

22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;

23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.

24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Rom. 7:18-24

Ciertamente hay una lucha que se está llevando a cabo. Y no es una lucha que pueda ser ganada por medios carnales. Sabemos que en nuestra carne no habita cosa buena. La carne se esfuerza por complacer a Dios pero es incapaz debido a la debilidad causada por el pecado. La mente desea las cosas de Dios pero no puede someter la carne a lo bueno. Y para empeorar las cosas, el mismo diablo está arrojando dardos de fuego contra nosotros para asegurar nuestra destrucción. Si esto no es guerra, entonces yo no sé que es guerra.

...Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; Rom. 8:7a

Existe una guerra en nuestras mentes.  La mentalidad carnal está en contra de Dios y no puede complacer a Dios. Los dardos de fuego del enemigo representan las tentaciones, las persecuciones y tribulaciones que todos nosotros experimentamos en la vida.  El cristiano que elige vivir en la carne o intenta ganar esta guerra con sus propias fuerzas, está condenado al fracaso y a la derrota. Por eso la exhortación de Pablo en Efesios 6 es: -“Vestíos de toda la armadura de Dios.” Debemos saber quiénes somos en Cristo y quién es Cristo en nosotros si queremos ser victoriosos en esta batalla.

3 Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;

4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,

5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, 2 Cor. 10:3-5

Nuestra guerra no es en la carne y nuestras armas no son carnales. Nuestras armas son las nombradas en Efesios 6: la revelación de la verdad, la justicia, el evangelio, la fe, la salvación, el Espíritu y la oración. Estas armas son poderosas, mediante Dios, para derribar fortalezas. ¿Pero qué es una fortaleza? ¿Acaso no es “fortaleza” otra palabra usada para nombrar a un principado diabólico, que gobierna sobre una región y hace imposible que el evangelio penetre?

Pablo nos dice exactamente qué es una fortaleza. Es una “imaginación”, es un “algo en lo alto” (una barrera) que se exalta a sí mismo en contra del conocimiento de Dios. ¡Es un pensamiento! Una fortaleza es un sistema de creencias construido en la mente de una persona, contraria a la verdad de Dios y a Su Palabra. Las fortalezas incluyen las costumbres culturales, las religiones falsas, las ataduras del pecado, las filosofías de los hombres, los argumentos políticos, las declaraciones científicas y cosas semejantes, que niegan o ignoran la realidad de Dios y Su verdad. Estas fortalezas representan el campo de batalla en la vida del creyente. Mientras estas permanezcan no habrá victoria. El creyente continuará en una lucha perpetua con su mente y con su carne, mientras estas intentan dominarle.

¡¡¡Pero las armas de nuestra milicia no son carnales!!! Tenemos la revelación de la verdad que nos libera, el hecho de que somos la justicia de Dios en Cristo, el poder del evangelio para la salvación, la fe que puede mover montañas, nuestra salvación y reconciliación con Dios, El Espíritu Santo que vive en nosotros, que nos unge y los diferentes tipos de oración, que son más que suficientes para derribar cada fortaleza que se exalta a sí misma contra Dios. ¡Estamos bien equipados para ganar esta lucha!

La Guerra que no Existe

Lo que resulta claro del Nuevo Testamento es que no hay ninguna evidencia en absoluto, o ninguna instrucción sobre una guerra espiritual en las regiones celestes que requiera nuestra oración estratégica y nuestra intercesión. Jesús nunca envió intercesores por delante, para preparar el camino para Su mensaje. Él envió sus discípulos a predicar el evangelio, sanar a los enfermos y echar fuera demonios. Jesús nunca indicó que algunas regiones no lo recibirían debido a principados demoníacos, y que por lo tanto deberían ser destruidos antes de predicar el evangelio. Les dijo a sus discípulos que se sacudieran el polvo de sus pies y se fueran al próximo pueblo si no los recibían. No deberíamos estar culpando a los demonios por la dureza del corazón de los hombres. Si la gente (un pueblo o un grupo) no recibe el Evangelio, debemos seguir adelante al siguiente poblado! No deberíamos comenzar un grupo de oración intercesora para derrotar las ataduras o al ‘hombre fuerte.’

Pablo nunca oró acerca de identificar el hombre fuerte, sobre una ciudad o región. Simplemente predicó el evangelio y dejó que las fichas cayeran donde pudieran. A veces él fue recibido con alegría, otras veces fue apedreado. No hubo mención de una “fortaleza” que debía ser destruida. No se formó un grupo intercesor para atacar estas potencias, y así hacer volver a Pablo a la ciudad.

Lo que Jesús sí encargó a la iglesia es predicar el evangelio.

18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.

19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo;

20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». Amén. Mat. 28:18-20

Toda potestad (autoridad) le fue dada a Jesús en el cielo y también en la tierra. En otras palabras, no hay ámbito que no esté sujeto a Su autoridad. Por lo tanto, estamos autorizados y facultados para llevar el evangelio a todas las naciones sin importar los principados, hombres fuertes o fortalezas. La autoridad de esas “potencias” han sido derrotadas.

Y despojó a los principados y a las autoridades y los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. “Col. 2:15

Estos son los mismos principados y potencias a los cuales a menudo se refiere Efesios 6. Si Jesús “despojó” a estas potencias, y si “toda autoridad” le fue otorgada en el cielo y en la tierra, y si nos comisionó para “ir a todo el mundo y predicar el evangelio”, entonces puede deducirse que la única resistencia con que nos enfrentamos es una resistencia terrenal, comprendida en las fortalezas de las mentes de los hombres y en los dardos de fuego de un enemigo que ha sido derrotado y despojado.

Pero con las armas de nuestra milicia, hemos sido equipados para la victoria. Mucho tiempo y oración han sido malgastados peleando con un enemigo al estar “atándole” en su morada celestial, cuando de hecho, hemos sido equipados para destruir sus actividades terrenales de mentiras y tentaciones. Y mucho tiempo se ha desperdiciado que deberíamos haber usado para ir a todo el mundo y predicar. Pero el orar “estratégicamente” suena mucho más romántico que predicar a los perdidos y sanar a los enfermos. Tú puedes quedarte en casa y hacer “guerra espiritual estratégica”, pero debes dejar el cuarto de oración e ir a las naciones, si vamos a cumplir la gran comisión.

¿Atando y desatando?

Ciertamente hay espíritus demoníacos que tienen su influencia sobre gente al punto de causarles enfermedades físicas y mentales o aflicciones emocionales. Los evangelios están llenos de relatos de Jesús “sanando a todos los oprimidos por el diablo.” (Hch. 10:38) Mientras leemos los relatos de Su ministerio poderoso, sólo encontramos a Jesús dirigiéndose a los malos espíritus cuando los confrontaba en el cuerpo físico de los seres humanos. Nunca se registró que Jesús hablara a principados y a potencias en los cielos, ni sobre ciudades ni sobre regiones. Les dijo a sus discípulos:

He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará”. Lucas 10:19

Y los envió a “sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dar de gracia.” (Mat. 10:8) La autoridad del creyente es parte de nuestra herencia en Cristo. Es inherente en el espíritu renacido de cada cristiano, ya sea que lo sepa o no. Ningún demonio puede resistir el nombre de Jesús a través de los labios de uno que conoce su identidad en Cristo. Muchas veces Jesús nos mostró cómo ejercer semejante autoridad.

Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; “ Mat. 8:16

¿Pero qué hay sobre atar y desatar? ¿Es esa una forma de oración? Encontramos estos términos mencionados dos veces en las enseñanzas de Jesús. ¿A qué se refieren exactamente?

18 “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; no prevalecerán contra ella.”

19 Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.” Mat. 16:18-19

Este pasaje sigue a la poderosa revelación de Pedro de que Jesús era el Cristo, el hijo del Dios viviente. Como resultado, Jesús explicó a Pedro algo de lo que significaba esa revelación. En muchas palabras, Jesús estaba diciendo: “Pedro, sobre la revelación de quién Yo soy, edificaré mi iglesia. Y para aquellos que compartan esta revelación, les daré autoridad en la tierra. Lo que mis hijos e hijas permitan en la tierra lo respetaré desde el cielo, y lo que no permitan en la tierra lo respaldaré desde el cielo”. En otras palabras, somos Sus embajadores, Sus representantes y ministros en la tierra. Los principados y las potestades en los lugares celestiales se someterán a lo que nosotros establecemos en la tierra, no viceversa. Sus actividades terrenales están sujetas a nuestras armas de la verdad, la justicia, el poder del evangelio, la salvación, la fe, el Espíritu Santo y la oración.

La única vez que vemos a “Satanás cayendo como un rayo del cielo”, revela claramente la táctica más efectiva para sacudir los principados en los lugares celestiales. En Lucas capítulo 10, Jesús envió a sus discípulos a predicar el evangelio y “sanar a los enfermos.” (v.9). Cuando esta autoridad fue puesta en práctica, produjo resultados sorprendentes. Los discípulos volvieron a Jesús exclamando: “...aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.” (v.17) Este despojo del dominio de Satanás, desatando a los oprimidos y dando libertad a los cautivos, arrojó a Satanás de los principados en los lugares celestiales. La batalla se desarrolló en la tierra y los lugares celestiales sintieron el impacto.

Desafortunadamente, las enseñanzas modernas nos dicen que hay que atacar a las potestades celestiales para que nos podamos sentir que podemos predicar el evangelio con efectividad. Este no es el modelo que sigue el Nuevo Testamento. Hay dos resultados que produce esta forma de pensar: 1) Los hombres no son considerados como responsables por la dureza de sus corazones; “es culpa del diablo”.   Y  2) Nuestra falta de efectividad en sanar a los enfermos y liberar a los cautivos “tampoco es nuestra culpa”. “Solamente necesitamos derribar algunas fortalezas más en oración y tal vez podamos ver un avivamiento." Creo que esto es un error que ha desviado a la iglesia de su verdadero llamado y comisión.

De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.” Mat. 18:18

Mientras que en su contexto, Mateo 18 se refiere específicamente a la autoridad para disciplinar de la iglesia, todavía podemos aprender de las palabras en este versículo que el atar y desatar en la tierra es hecho por el hombre. La tierra es el dominio del hombre. Dios es responsable de los resultados celestiales. Sin embargo, muchos están intentando atar y desatar cosas en los lugares celestiales para poder ver resultados en la tierra.  Ellos han dado vuelta el versículo.  No estamos autorizados para atar espíritus inmundos que no se ven. Estamos autorizados para desatar a la gente de ellos y liberar a los cautivos.

Un caso maravilloso de “soltar” se encuentra en Lucas 13, cuando Jesús encuentra a una mujer encorvada por un espíritu de enfermedad durante dieciocho años. Después de ser sanada, Jesús le explicó que esa atadura era de origen satánico. Pero antes de que esto fuera revelado, y sin ningún ataque verbal sobre este espíritu maligno, Jesús simplemente declaró: “Mujer, eres libre de tu enfermedad.” (Lucas 13:12) Entonces El puso Sus manos sobre ella y fue instantáneamente sanada.

Mientras que muchos creyentes modernos hubiesen pasado su tiempo atando al diablo, echándolo fuera, reprendiendo al “demonio de espalda encorvada” o algo por el estilo, ¡Jesús liberó a la mujer! “Cualquier cosa que desatéis en la tierra será desatada en el cielo.”

No es de sorprenderse que Satanás cayera desde el cielo como relámpago cuando los discípulos, meramente hombres, despojaban su reino y liberaban a sus cautivos. Se nos ha dado autoridad para “pisotear serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada los dañará.” (Lucas 10:19) Las llaves de autoridad han sido dadas a la iglesia. Hemos sido comisionados para ir a todo el mundo y predicar el evangelio de poder. La verdadera guerra se cumple cuando obedecemos el mandato claro de Jesús.

De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.” Juan 14:12

Intrusión espiritual

Si nuestra autoridad es terrenal y nuestra comisión es ir a todo el mundo, ¿es posible que nuestros ataques contra estos principados, y nuestras encarriladas acusaciones contra Satanás nos estén exponiendo a la miseria y a la pérdida?

Hay una severa advertencia para aquellos que se atrevan a “hablar mal de dignidades.” (2 Pedro 2:10) y a “hablar mal de cosas que no entienden.” (2 Pedro 2:12) Ni siquiera Miguel el arcángel acusó al diablo, pero le dijo: “el Señor te reprenda.” (Judas 1:9) Es importante que entendamos que Satanás todavía es el “dios de este mundo, “(2 Cor. 4:4) y “el príncipe de la potestad del aire.” (Ef. 2:2) Aunque saqueado, su reino celeste de principados y potencias permanece intacto. Cualquier influencia que el diablo tiene sobre la tierra, está sujeta a nuestra autoridad en Cristo, pero no estamos autorizados para atacar su morada celestial.   Si hacemos esto último, podemos involuntariamente potenciar al diablo para “matar, robar y destruir” a aquellos que se envuelvan con él de esa manera.

Cuando nos movemos más allá del alcance de nuestro conocimiento o autoridad, nos exponemos a la destrucción y a la derrota. En Hechos 19:13-16 vemos un ejemplo en los siete hijos de Esceva, que intentaron echar fuera demonios usando el nombre de Jesús, pero no eran discípulos de Jesús nacidos de nuevo. ¡Aunque sujetos al nombre y a la autoridad de Jesús en la tierra, los demonios reconocieron rápidamente que estos hombres no eran verdaderos embajadores de Cristo y los atacaron venciéndolos físicamente!

Es mi creencia que muchos cristianos bien intencionados están sufriendo resultados similares, cuando se mueven más allá de su autoridad en la tierra para sanar a los enfermos y liberar a los cautivos. Jesús nunca lanzó sus reprensiones a la atmósfera, ni tampoco las dirigió hacia principados invisibles o demonios. Sus reprensiones y autoridad siempre las dirigió a una persona o a un evento. Expulsó espíritus manifiestos en la gente con Su palabra. El reprendió al viento y a las olas. Maldijo a la higuera. Nos enseñó a hablarle a la montaña, una entidad física.  Él habló con el diablo únicamente cuando lo confrontó cara a cara durante Su prueba en el desierto (Lucas 4:1-14). Este ejemplo de someterse Él mismo a Dios y “resistir al diablo” (Juan 4:7) es exactamente de lo que trata la “guerra” espiritual.

Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno. 1 Juan 2:14b

Atando al Hombre fuerte

28 “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.

29 Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa.” Mateo 12:28-29.

Una de las tácticas favoritas de oración moderna de guerra es “atar” al hombre fuerte, para que su reino pueda ser saqueado efectivamente. No obstante, cuando consideramos este versículo en su contexto, no encontramos ninguna evidencia de Jesús atando verbalmente a ningún hombre fuerte. Pero definitivamente estaba saqueando su casa. ¿Cómo hizo Jesús exactamente para atar al hombre fuerte y así sanar al enfermo y al poseído?

El hombre fuerte, Satanás, obtuvo su autoridad en la tierra como resultado del pecado del hombre. El pecado permitió al diablo ser el dios de este mundo para matar, robar y destruir. Si el pecado es lo que desató al diablo en la tierra, entonces la única fuerza que puede atarlo es la justicia. Debido a que “no hay justo, ni siquiera uno,” (Rom. 3:10) Dios mismo se hizo carne, el hombre perfecto, sin pecado, para revelarnos el poder de la justicia. Jesús declaró concerniente al príncipe de este mundo, que “él nada tiene en mí.” (Juan 14:30) La justicia de Jesús dejó al diablo sin poder e impotente para retener a sus cautivos. Jesús sanó y liberó a los oprimidos con Su palabra. No le gritó al diablo, no reprendió de manera hiriente ni maldijo. Tampoco ató verbalmente al diablo y a sus demonios y los envió al abismo. El diablo estaba atado por la simple presencia de Jesús. ¡La justicia siempre triunfa sobre el pecado y el poder del enemigo!

Si solamente pudiéramos asir lo que somos en Cristo, la verdadera justicia de Dios (2 Cor.5:21), entenderíamos que atar al hombre fuerte no es un asalto verbal sino más bien una confianza segura de Quién vive en nosotros. Como nueva creación, cada creyente es una demostración ambulante de la justicia de Cristo. El diablo debe huir, los enfermos pueden ser sanos y los oprimidos puestos en libertad. ¡Somos libres para saquear la casa del enemigo y para liberar a los cautivos! Muy a menudo hemos substituido las reprensiones en alta voz hacia los espíritus invisibles por el verdadero poder de la confianza segura de “Cristo en nosotros, la esperanza de gloria.” (Col. 1:27)

Estoy convencido que muchos en la iglesia se han distraído del trabajo completo de Cristo en la cruz y han buscado añadir más a Su victoria a través de sus propios esfuerzos imaginarios. A Cristo se le ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. A cambio, El nos ha comisionado en la tierra a predicar el evangelio y a dar libertad a los cautivos. Nuestro “atar y desatar” en la tierra será respaldado en los cielos. Mientras saqueamos la casa del hombre fuerte, dando libertad a los cautivos, cumpliremos la verdadera guerra espiritual.

Extraído de la Página: http://www.barrybennett.org/contenido/articulos-de-ensenanza/existe-una-guerra-espiritual

CÓMO ESCUCHAR LA VOZ DE DIOS por Andrew Wommack



Uno de los más grandes beneficios de nuestra salvación es el poder escuchar a Dios hablándonos personalmente. Sin esto, no puede haber una relación íntima con nuestro Padre celestial. Pero, así como es de fácil el hablar con Él, el cristiano promedio tiene dificultades para escuchar Su Voz. Esto no es lo que el Señor dispuso.

Aprender a distinguir claramente la voz de Dios es invaluable. En vez de ir por la vida ciegamente, podemos tener la sabiduría de Dios guiándonos y protegiéndonos. No hay una sola persona que al recibir esta carta no haya tenido un cambio radical en su vida, al poder escuchar mejor la voz del Señor. 

  El peor problema marital está solamente a una palabra de distancia del Señor para un cambio completo. Si usted tiene una enfermedad, una palabra viva del Señor lo sanará instantáneamente. Si usted está en una crisis financiera, el Señor sabe exactamente cómo cambiar su situación por completo. Solamente se trata de escuchar Su Voz.
  El Señor nos habla constantemente y nos guía. Nunca es el Señor quien no nos habla, sino que somos nosotros los que no estamos escuchando. Jesús dio declaraciones radicales acerca del escuchar Su voz en Juan 10:3-5. El hablaba acerca de sí mismo como el Pastor de las ovejas y de la única manera para entrar al redil.

3 A este abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre y las saca. 
4 Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. 
5 Pero al extraño no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. 

Fíjese que Él dice en el versículo 3, Sus ovejas escuchan Su voz. Él no dice Sus ovejas PUEDEN escuchar Su voz o DEBERÍAN escuchar Su voz. El declaró enfáticamente que Sus ovejas SÍ escuchan Su voz. La mayoría de los cristianos cuestionarían la certeza de esta declaración debido a que sus experiencias no coinciden con esto. Pero lo que dijo Jesús no está equivocado; todos los verdaderos creyentes pueden y escuchan la voz de Dios; solo que no reconocen que lo que están escuchando es la voz de Dios.

Las estaciones de radio y de televisión transmiten las 24 horas del día, 7 días a la semana, pero solamente podemos escucharlas cuando encendemos el receptor y lo sintonizamos. Si hay un error y no logramos recibir la señal, esto no significa que la estación no esté transmitiendo. De la misma manera, Dios está constantemente transmitiendo Su voz a Sus ovejas, pero pocos están encendidos y sintonizados. La mayoría de los cristianos están ocupados pidiendo a Dios en oración para que les transmita, cuando en realidad el problema está en sus receptores.
La primera cosa que necesitamos hacer es arreglar nuestros receptores (creer que Dios ya está hablando y empezar a escuchar. Sin embargo, toma tiempo, esfuerzo y concentración. El estilo de vida promedio de los cristianos está demasiado ocupado, no contribuye para escuchar la voz de Dios. Por ejemplo, cuál es la típica respuesta para la pregunta, “¿Cómo está usted?”. Muchos de ustedes probablemente contesten algo así como que están muy ocupados. Muchas veces digo, “estoy más ocupado que un empapelador de un solo brazo”. Todos nosotros parecemos más ocupados que nunca, y esta es una de las GRANDES razones por la cual no escuchamos mejor la voz de Señor. Estamos demasiado ocupados.

Salmos 46,10 dice,
«Estad quietos y conoced que yo soy Dios; 
seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra».

Es en quietud, no en ocupación, cuando sintonizamos nuestros oídos espirituales para escuchar la voz de Dios. El Señor siempre nos habla en ese “silbo APACIBLE y delicado” (1 Reyes 19:12), pero comúnmente está ahogado en  medio de nuestras agitadas vidas diarias.
En segundo lugar, y esto es muy importante, muchas veces tomamos la voz del Señor como si se tratara de nuestros propios pensamientos. Es así. Dije que la voz del Señor nos llega a través de nuestros propios pensamientos.

Juan 4:24 dice, 
“Dios es Espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren.”

Esto dice que la comunicación con Dios es de Espíritu a espíritu, no cerebro a cerebro o boca a oído, que es la manera en que nos comunicamos en el reino físico. El Señor habla a nuestros espíritus, no con palabras, sino con pensamientos e impresiones. Entonces nuestros espíritus nos hablan con palabras como, “pienso que el Señor quiere que yo haga esto o lo otro”. El Señor no nos dice típicamente “haz esto o lo otro”, pero Él impresiona a nuestros espíritus para que hagan algo, y entonces tu espíritu dice, “pienso que debería hacer…”. Por lo tanto, muchas veces nos perdemos la guía del Señor, pensando que se trata de nuestros propios pensamientos.

Cada uno de nosotros ha hecho algo estúpido y después dijo, “sabía que esto estaba equivocado”. No nos sentíamos bien acerca de nuestra decisión, pero seguimos la lógica o la presión, tan sólo para descubrir luego que era el Señor hablándonos. Aprendí esto de la manera más difícil, mientras pastoreaba en Pritchet, Colorado.
Todos los ancianos de la iglesia eran trabajadores temporarios. Seis meses al año partían, siguiendo la cosecha de trigo. Ellos insistían en que yo ordenara a otro anciano para que esté siempre ahí. Yo no tenía nada en contra de la persona que ellos habían elegido, pero mientras oraba por este hombre y su esposa, no me sentía bien ordenándolo como anciano. Sin embargo, siendo yo un hombre, me dejé guiar por la lógica en vez del corazón.
Dos semanas después de que los demás partieran para la cosecha de trigo, este nuevo anciano se convirtió en el mismo diablo. En sus reportes para los ancianos, me acusó de robar dinero de la iglesia, de cometer adulterio, de tomar, beber, fumar y de todo lo que se le pueda ocurrir. Fue una experiencia terrible. Tan pronto como este hombre mostró sus verdaderos colores, supe en mi corazón que los sentimientos y pensamientos que tuve al respecto eran del Señor hablándome, y los deseché pensando en que eran tan solo míos. Tomé una decisión ahí mismo: nunca más iba a ignorar a mi corazón de nuevo.

Salmo 37:4 dice,
Deléitate asimismo en JEHOVÁ
y él te concederá las peticiones de tu corazón.

Este versículo ha sido muchas veces interpretado como que el Señor te da todo lo que quieras, y ha sido utilizado para justificar al egoísmo, a la codicia e
incluso al adulterio. Pero no significa que el Señor te va a dar todo lo que quieras; significa que mientras estés buscando al Señor, Él pondrá Sus deseos en tu corazón. El hará que Sus deseos se vuelvan tus deseos. El Señor cambia tu “querer”.

En una oportunidad, yo estaba planeando un viaje a Costa Rica, un lugar en el cual yo ya había estado antes, y estaba contento de poder regresar. Sin embargo, mientras oraba sobre esto, perdí mi deseo de ir. En su lugar, sentí terror de partir. La primera cosa que hice cuando esto ocurrió fue asegurarme de que realmente estaba buscando al Señor con todo mi corazón. Durante un viaje, utilicé 17 horas para orar en lenguas, y más mi mente permanecía con el Señor, menos quería volver a Costa Rica. Afirmado solamente en esto, cancelé el viaje.

Cuando la gente de Costa Rica me preguntó el por qué, todo lo que pude decirles era que no quería ir. Fue difícil hacerlo, y no estoy seguro de que entendieran. El avión en el que iba a viajar se estrelló durante el despegue en la Ciudad de Méjico, y murieron las 169 personas que estaban a bordo. El señor me advirtió de esto y salvó mi vida, no diciéndome, “no vayas a Costa Rica”, sino comunicándose con mi espíritu y quitando mi deseo de ir. Esta es la manera predominante del Señor para hablar con nosotros, y muchas veces nos perdemos esta clase de comunicación.

Una de las decisiones más importantes de mi vida ocurrió en 1968. Estaba en la universidad cuando el Señor tocó radicalmente mi vida, y todos mis deseos cambiaron. No quería estar más en la universidad, y siguiendo estos nuevos deseos, tomé la decisión de abandonarla. Entonces el infierno se desató. Mi madre no entendía, y dejó de hablarme por un tiempo. Líderes de mi iglesia me dijeron que estaba escuchando al diablo. Perdería los 350 dólares por mes de ayuda gubernamental que correspondían a la seguridad social de mi padre, y la prórroga de conscripción por ser estudiante. Sin la prórroga, podría terminar en Vietnam.

Debido a estas adversas reacciones en contra de mi decisión, me arrepentí por un tiempo y me sentí completamente miserable. Esto continuó por dos meses hasta que no pude soportarlo más, y una noche el Señor me habló a través de Romanos 14:23, que dice,

y todo lo que no proviene de fe, es pecado.

Me di cuenta que estaba pecando debido a la indecisión. Decidí tomar una decisión de fe esa noche y apegarme a ella. Mientras oraba y estudiaba la Palabra para guiarme, encontré Colosenses 3:15, que dice,

Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, 

El Señor me dijo que yo me estaba encaminando en la dirección que más paz me traía. Para ser sincero, no tuve paz total en ninguna dirección,  pero así como un referí tiene que tomar una decisión y apegarse a ella, necesitaba decidirme. Tuve mayor paz al abandonar la universidad, entonces me aparté de la indecisión por fe, mejorando mi entendimiento por ello. En las 24 horas siguientes el Señor me dio tanta confirmación y alegría que nunca dudé sobre la sabiduría de esta decisión desde entonces. Esta única decisión, probablemente más que cualquier otra, estableció mi vida en la dirección que me trajo hasta donde estoy hoy en día.

Estoy convencido que nuestro Padre celestial lleno de gracia habla a cada uno de Sus hijos constantemente, dándonos toda la información y la guía que necesitamos para ser absolutos triunfadores. No hay ningún problema con Su transmisor; es nuestro receptor que necesita ayuda.

Tengo un álbum de enseñanzas que consta de tres partes titulado Cómo escuchar la Voz de Dios, que expone todo esto en mayor detalle. Enseño esto cada año a nuestros estudiantes de CBC de segundo año y veo poderosos resultados. La mayor parte de la gente está implorando a Dios para que les hable, cuando es nuestro escuchar el que necesita ser ajustado. Tomando esta postura de fe de que Dios está hablando y entonces aprender a escuchar y obedecer, transformará su relación con el Señor. Podría salvarle la vida como salvó la mía.

Escuchar la voz del Señor es probablemente el elemento singular más importante para tener una vida cristiana victoriosa después de haber renacido. El Señor conoce todas las cosas y le mostrará las cosas por venir. No hay problema que Su sabiduría no pueda resolver. Si podemos contactar Su corazón al escucharlo mientras nos habla, todo podría ser diferente.

Extraído de la página: http://www.awmi.net/
Traducido al español por Gabriel Atés

LA SANIDAD ES PARA TODOS por T.L Osborn

Del libro: "Sanando al enfermo y echando fuera emonios"
Capítulo 2


¿Es voluntad de Dios sanar a TODOS los que precisan sanidad como lo hizo en los tiempos pasados?
El mayor obstáculo para la fe de muchas personas que procuran ser sanadas en nuestros días es la incerteza en sus mentes en cuanto a si es o no es la voluntad de Dios sanar a TODOS. Casi todos saben que Dios de hecho, cura a algunas personas, pero hay mucha teología moderna que evita que el pueblo sepa lo que la Biblia caramente enseña: QUE LA SANIDAD HA SIDO PROVISTA PARA TODOS. Es imposible reclamar osadamente por la fe un beneficio cuando no tenemos la certeza de que Dios lo haya prometido, porque se reclaman los beneficios de Dios ÚNICAMENTE cuando se conoce la Voluntad de Él, cuando se confía en Su Voluntad y se cumple Su Voluntad.

Si queremos saber lo que hay en un testamento, tenemos que leer el testamento. Si queremos saber la Voluntad de Dios, leamos lo que fue revelado acerca de Su Voluntad. Si me dijese una mujer: “Mi marido era muy rico, ahora quiero saber si me legó una casa” Yo le diría: “¿Por qué no lee el testamento para saberlo?” 

La palabra “testamento” significa la voluntad de una persona. La Biblia contiene el TESTAMENTO de la Voluntad de Dios en dónde Él nos lega todos los beneficios de la redención. Y siendo la Biblia Su último testamento, cualquier otra cosa más reciente que pretenda serlo es una falsificación. Nunca se escribe otro testamento luego de la muerte del testador. Si la sanidad está en el testamento de Dios para nosotros, ¿cómo dicen que Dios no quiere curar a TODAS las PERSONAS como consta claramente en Su Testamento? Eso sería modificar el Testamento y hacerlo luego de la muerte del testador.

Jesús no es solamente el Testador que murió sino que El resucitó y es también el mediador del testamento. Él es nuestro Abogado. El no nos defrauda con el testamento como hacen algunos abogados terrenales. El es nuestro Representante a la diestra de Dios.
No hay mejor manera para saber cuál es la VOLUNTAD DE DIOS que leer los Evangelios que registran las enseñanzas de las obras de Cristo. El era una expresión de la Voluntad del Padre. Su vida era tanto una manifestación como una revelación de amor invariable de la Voluntad de Dios. Literalmente representó la Voluntad de Dios para la raza adámica.

“Si es tu Voluntad”
Lucas 4:40
Todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.

El revelaba representando la VOLUNTAD DE Dios para TODO el pueblo.

Hebreos 10:7
Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, 
Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

 Juan 6:38. Todo lo que Jesús hacía por la humanidad necesitada durante Su ministerio terrestre, era revelación directa de la VOLUNTAD PERFECTA de Dios para con la raza humana.
Dice F.F. Bosworth en su libro “Cristo el Sanador”: “Nadie puede ser más conservador que la iglesia episcopal sin embargo, la conclusión a la que llegó la comisión dedicada al estudio de la Sanidad Divina, después de tres años de estudio e investigación tanto en la Biblia como en la historia, fue el siguiente resumen: Jesús hacía las sanidades como una revelación de la voluntad de Dios para los hombres”. “Descubrí que Su Voluntad ha sido plenamente revelada”, añadió: “La iglesia no puede orar más con la frase destructiva de la fe ‘Si es Tu Voluntad’”.

El evangelista Bosworth también dice: “El mensaje enseñado en todas partes del evangelio es la SANIDAD COMPLETA DEL CUERPO Y ALMA PARA todos los que se acercan a Él”. Muchos hoy en día dicen: “Creo en la sanidad, pero no creo que sea para todos”… si no fuese para todos ¿Sería entonces posible hacer la oración de fe? 

Entre todos los que buscaban ser sanados, por Cristo en su ministerio terrenal, leemos SOLAMENTE UNO que oró con esas palabras: “SI QUIERES”. Y este fue un pobre leproso rechazado que no conocía la Voluntad de Cristo de sanar. La primera cosa que Cristo hizo fue corregir la incredulidad del leproso diciendo: “QUIERO”. Nadie más dijo: “Si es tu Voluntad”. 
ES LA VOLUNTAD DE Dios. El leproso de Marcos 1:40 dice: “Si quieres, bien puedes” y Jesús respondió “QUIERO”. 
Que ese “QUIERO” resuelva el caso para nosotros, para toda ocasión y para siempre; ya que Dios QUIERE SANAR A LOS ENFERMOS. Si Él quiere curar una persona entonces “quiere” curar a todas. El no quiere que ALGUNOS solamente sean preservados. Santiago dice: “¿Hay alguno enfermo entre vosotros?”. "Alguien" te incluye a ti, si estás enfermo. 

Acerca de los que habían sido mordidos por serpientes ardientes en el relato de Números 21, tenían que mirar la serpiente de bronce que fue puesta sobre un asta y dice la Palabra de Dios: “y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá.” Lo mismo es ahora; si ALGUIEN ASÍ LO DESEA, mirara a Cristo como Redentor será salvo. Todas las personas están en las mismas condiciones en cuanto a los beneficios de la expiación. Las palabras “todo aquel” y “cualquiera” siempre se utilizan para lanzar el llamamiento a los pecadores, y las palabras “todos” “alguien” y “cada uno”, para lanzar el llamamiento a los enfermos y dolientes. Estas llamadas son siempre universales, y los resultados son siempre los prometidos: “Será salvo”, “Tendrá vida”, “Quedó sano”, “El Señor lo levantará”, “Sanó a todos” y “todos los que lo tocaban eran sanados”.

Muchas veces los padres muestran preferencias por un hijo sobre los otros, pero Dios nunca lo hace. Cuando cumplimos condiciones iguales, recibimos igualmente. Nosotros cumplimos nuestra parte y Dios siempre es fiel para cumplir su parte todas las veces. Los beneficios del Calvario son PARA TI. Si Dios sanaba a todos El sigue sanando a todos los que se acercan a Él para ser curados.
 Hebreos 13:8 
Jesús es el mismo hoy, ayer y por los siglos ¸ 

Mateo 12:15. 
y le siguió mucha gente, y sanaba a todos 

Lucas 6:19 “Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos”. 

Mateo 8:16,17 
Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias

Cristo continúa sanando los enfermos para cumplir la palabra del profeta Isaías que dice: “El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias”.
Siempre recuerda que TÚ estás incluido en “NUESTRAS” de Mateo 8:16,17 y que Dios está obligado por Su alianza a continuar SANANDO A TODOS los enfermos y los que sufren dolencias por lo que dijo a través de Isaías. 

Salmos 89:34
No olvidaré mi pacto, Ni mudaré lo que ha salido de mis labios.

Lucas 4:40
Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.

Hechos 10:38
Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” 
La Cura es para todos y debe ser predicada a todos
Felipe predicó a Cristo a los samaritanos. 

Hechos 8:6-8
Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.
Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad” 

Jesús probó ser exactamente el mismo cuando Felipe lo predicó. Pedro predicó a Cristo el cojo de Hechos 3 fue curado.. Jesús probó ser el mismo para Pedro. En todo tiempo y en todo lugar que se predica a Jesucristo en su sacrificio pleno por el pecado y la enfermedad el resultado será la sanidad de los cuerpos enfermos, tanto como la salvación de las almas perdidas. Pablo predicó a Cristo: 

Hechos 14:8-10. 
Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo 

Pablo predicó el evangelio de la sanidad porque el cojo recibió fe para ser curado en cuanto escuchó el mensaje de Pablo. En todo lugar donde se predica la sanidad, con todos sus beneficios para TODOS; el pueblo responde a la Palabra predicada teniendo fe para ser curado y el pueblo es siempre sanado. Este método NUNCA FALLA. LA FE NO PUEDE FALLAR. 
Quiero repetir: Nadie puede poner su fe en acción si las personas están indecisas en cuanto a si Dios sana o no sana a TODOS. Si Él no quiere sanar a TODOS, entonces estamos obligados a vacilar diciendo en TODOS LOS CASOS: “¿Dios querrá sanar a esta persona? ¿O es uno de esos casos infelices que Dios quiere dejarlos sufrir? ¿Cómo podemos orar la ORACIÓN DE FE pensando así?
Queda permanente y establecido que ES LA VOLUNTAD DE DIOS CURARME. Tengo tanto derecho a la sanidad como al perdón cuando creo. Dios dice: “Yo soy el Señor tu Sanador” y si Dios lo dice, como Él no puede mentir, El quería decir lo que dijo. Lo que Dios dice es verdad. Por tanto la sanidad es MÍA. 
La sanidad es parte del Evangelio y es para predicar por “todo el mundo” y para “toda criatura”. Es el plan de Dios fortalecer plenamente “hasta el fin de los tiempos” (Mateo 28:20). Siendo Parte del evangelio, la bendición de la sanidad divina es para TODOS.